El certificado energético aporta información adicional de la vivienda dado que nos da una idea acerca de su demanda de energía, de si ésta requerirá consumir mucha o poca energía para mantenerla confortable, y por tanto, si nos va a costar más o menos dinero conseguir un ese nivel de confort adecuado a nuestras necesidades.
En pocas palabras, una mayor calificación energética supondrá una menor demanda de energía al ser la vivienda más eficiente, y se traducirá en ahorro en las facturas de los suministros: electricidad y gas, mientras que una baja calificación implicará menor eficiencia de la vivienda y por tanto, mayor desperdicio de energía.
Además informa de las emisiones de CO2 que se derivan del uso de energía y por tanto, del mayor o menor impacto de la vivienda sobre el medio ambiente.
Pese a que todavía no existen datos reales, todo hace indicar que una vez el consumidor comprenda el contenido del certificado y cómo puede influir éste en un consumo mayor o menor, las viviendas con mejor calificación, más eficientes, se veran revalorizadas con respecto a las que lo son menos, por lo tanto invertir en mejorar la calificación implica aumentar el valor de nuestro inmueble.